Hubo una época en mi vida que me dio por hacer muchas tonterías. No me preguntéis por qué. No tengo ni idea. A veces he pensado que por vanidad, o por llamar la atención pero, ¡ quiá!, la mayoría de esas cosas eran tonterías. Una diversión. Nada más.
Por ejemplo, cambiaba en los confesionarios una cartela que se ponía para que el penitente leyese al entrar a confesar. Se leía: " Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo". Y la cambié por otra que había escrito " Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que soy un gusano". O " Tú lo sabes todo, Tú sabes que soy una cerdo asqueroso".
Y el cura me decía, convencido de que esas frases eran mociones interiores : " ¡no sabes cómo actúa el Espíritu Santo en el alma de estos críos!".
Otras veces me compraba una estrella de Sherif en los chinos y me paseaba por el colegio, o por la calle, o por el Corte Inglés, y enseñaba la estrella susurrando " ¡ojo, usted no sabe con quién está hablando, forastero!
También en el club Herzegovino le sisé la sotana a un cura que se llamaba don Juan Carlos, un sevillano muy pijo, con acento de la Buahaira, cara aniñada, y prontos de teólogo con las Tablas de la Ley viendo adorar a los israelitas al becerro de oro.
Y fui paseándome con la sotana por la calle, bendiciendo a la peña - se me da muy bien poner los dedos así, como de Papa Bueno.
Al llegar a casa don Juan Carlos me pilló y me cayó la mundial. Me dijo que era motivo de excomunión late sententiae de puta madre in córpore in sepulcro. Lo de " de puta madre " me lo he inventado, que siempre hay alguno que piensa lo escribo en serio y luego va por allí, y lo casca.
Y ayer me acordé de una que había olvidado.
Una vez, paseando por Lérida , encontré un cartel muy chulo en la puerta de una tienda. En él ponía escrito: " Estoy ausente. Vuelvo en diez minutos". Me encantó la idea. Y un día que, por lo que fuese, el hombre colocó el cartel en el exterior, se lo mangué.
Lo llevaba en el el bolsillo de la americana, y cuando alguien me venía con alguna historia, o una consulta, o un algo, sacaba el cartel y me lo colgaba del cuello: " Estoy ausente. Vuelvo en diez minutos". Que me parece una forma maravillosa de mandar a la mierda a alguien sin que se ofenda.
Luego he visto que hay mucha gente que "vive en la ausencia", en ocasiones de manera continuada. Se enteran de lo que les da la gana. Esa impresión la he tenido con personas que deberían atenderte por su condición o cargo y veías que el tío te escuchaba con una sonrisa de muñeco de ventrílocuo , la mirada con los ojos vidriosos y alelados, y pensabas " si ahora a este tío le digo que mecagüen en su puta madre , no se un inmuta, y sigue con esa sonrisa mojona".
No diré nombres...
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Hablando de cuentistas, en este hombre todo es mentira: desde tocarse los güevos, hasta ser servil.